Hoy me siento más fortalecida, a pesar de haber llorado como niña, a pesar de haberme sentido vencida por las circunstancias.
Hoy me levanté con el espíritu elevado, con la mirada puesta en Dios, con la certeza de que en la vida las cosas buenas llegan, aunque no en el momento en que las esperamos. Todo tiene un porqué y un para qué.
Se vive lo que acontece, aunque sea duro, aunque no todos pasen por lo mismo. Nuestro propósito es único e intransferible.
Pero todo llega, a su debido tiempo, ni un minuto antes, ni un minuto después.
Mientras tanto agradeceré por lo que HOY tengo, y por lo que HOY comparto, sea mucho o sea poco.
Agradezco a Dios por estar viva, por ver sonreír a mi hija, por ver la fortaleza de mi esposo, los brazos de mi madre y el recuerdo de mi padre.
HOY agradezco por tener un techo donde vivir, aunque no sea mi casa con todas las letras, pero es el techo que HOY me protege del frío y del calor.
Agradezco por tener cada día un plato de comida.
Agradezco por el lugar donde vivo, que me permite impregnarme de maravillas.
Agradezco que puedo sentir, que puedo oler, que puedo ver, que puedo oír.
Agradezco tener un corazón que bombea sangre a todo mi cuerpo.
Agradezco tener personas a mi lado, aquí cerquita y en la distancia.
Agradezco absolutamente todo, mis triunfos y mis fracasos; mis alegrías y tristezas; mis días de luz y mis días de oscuridad; mis fortalezas y mis flaquezas.
¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!
Cintia Daniela Domicolo