martes, 22 de noviembre de 2011

EL OCASO DE UN AMOR QUE NUNCA FUE

Ella lo siguió con la mirada,
De una forma que él jamás se percató,
Dibujando con pasión desenfrenada
En un lienzo los atisbos del amor.

Ella lo esperó cada mañana
Con sonrisas inundadas de pasión,
Él que no entendía su añoranza,
La ignoraba sin pensar en su dolor.

Ella lo adoró con fiel ternura,
Entrañable era el germen de su amor,
Pero él cual mostrenco de la vida
Rebuznaba el paraíso de su voz.

Ella dedicó su vida entera,
A ese hombre que jamás la esperanzó,
No cesando de pedir a las estrellas
Que pudieran complacer su corazón.

Un buen día caminando en la abadía
Sin preverlo… la muerte la amordazó,
Y bebiendo la cicuta de las sombras
Fue cayendo lentamente y expiró.

Él lloró con desconsuelo hasta sangrar,
Aparcando y resignando su dolor,
Él lamentó no poderle confesar
Que la amaba con delirio y con pasión

Desde entonces se lo ve vagabundear,
Arrastrando la congoja del dolor
Agobiado, muerto en vida
Acarreando un corazón aletargado.


Cintia Daniela Domicolo 




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